Como un filme

Tiempo: El amanecer 

A punto de ser las siete de la mañana, o seis? Alguna hora que ya maquillaba el cielo rosita. Me encuentro en el sexto piso de las viviendas estudiantiles de mi universidad. Con la mirada cansada, me pierdo al ver las mansiones casi idénticas en infraestructura (multi-million worth) que están al otro lado de una ventana enorme enfrente de mí. Volteo a mi alrededor y la güera que siempre va de parranda los jueves y viernes, está de puro milagro estudiando para los exámenes que estan por venir. Mis ojos se atraen hacia mi mesita repleta de hojas con términos que aún no me memorizo, figuras matemáticas y otras lindas cositas que aún no sé de nada, nadita. Un comezón no me dejaba de chingar en mi pierna derecha, lo noté por la punta de mis uñas rojas que ya me había pelado la piel. El brillo de mi vieja laptop Hewlett-Packard, (mi humildisima tía se la ganó en la rifa de los domingos) (no le hace competencia a las “PROS” que todo el mundo tiene) me coqueteaba cada vez que chateaba con la mujer de las nubes por el Skype o el nuevo app del Facebook que era básicamente la misma idea de chatear por video-webcam. A ella la conocí poco después de cruzar por Mexicali en un disco-bar llamado “Tocinos”, que por cierto tiene un sentido musical pésimo, solo para conseguir su nombre. Con su nombre ya es suficiente por la maravilla de la página Feiciana.

Hola mechita”, su saludo siempre me despierta ese hormigueo entre mis piernas. Acepto su chat ya con la lujuria prendida y la brightness de mi pantalla encendida a todo nivel para verle todo. Rápido doy fuga para escapar de este salón incrédulo del estudio y voy en camino a mi cuartito con una sonrisa de oreja a oreja… mi sangre cayendo, acumulando en esta bolsa carnal, latente, creciendo en size que me cargo dentro de los boxer briefs por la gravedad, o tal vez porque me levanté a una velocidad increíble. No sé.

Su carita me rinde, atorada sin ninguna señal de vida por la mendiga señal del wi-fi lento.

[Por medio de los aparatos como el feis o Skype ella siempre me permitía gozar de su imagen reflejada que me permitía jalar toda punta de mi sexualidad.]

Les cuento que a pesar de la distancia, sus promesas de convertir nuestra fantasía cyber-fantástica se convertirían en realidad.

Querer es poder mi amor”, me decía al despedirse. Esas palabritas que regaban en mi teclado de mi H-P blanci-negra por la mugre. Ya con el calcetín pegajoso, olor agrio lo hago puño, lo aviento debajo de la cama junto los demás. Ruge mi pensamiento por apretar su cafecito cuerpo cerca de mi, masajear su cabello negro con highlights claros, morder sus labios (que benditos, que grandes y rositas son), además de obviamente penetrar su muralla tierna y suave con mi engordado locomotor sin freno: dentro-fuera, dentro-fuera, dentro-fuera hasta que, uyyy, hasta atravesar y romper su pared sudada.

Por cierto, yo me encuentro en la esquina de Los Ángeles, me quedan cerca los malecones con cruces verdes que promocionan la marijuana recetada y los puestos llenos de camisas baratas con imagenes del pop-culture. Soy un estudiante, joven, extremadamente alto para ser Latino. Mi voz no se proyecta a largas distancias, tengo una cicatriz en la espalda que mantiene todas de mis inocentes-impenetrables actos sexuales con lo menos ropa posible. No he tenido pareja, siempre lo culparé por ser una persona que acaba de venir del extranjero. (En México aún estaba muy chiquillo para andar en esas cosas pícaras) Soy de esos que se enamoran fácil y muy rápido, pero de cualquier cosa. Lo nuevo es atractivo, intento gozar de muchas cosas nuevas pero es difícil intentar gozarlo todo.

El día que la imagen de la pantalla blanca me mandó un mensaje prometía, “Mechita, ya tengo mi boleto para EL-AY! Nos veremos en dos semanas flamita (:” Ella me dice “mechita” o “flamita” por lo caliente que me hacen sus fotitos desnudas, y por lo fácil que me enciende el mal carácter. Tengo problemas del bravísmo que proviene del bajo estima del Mexicano-machista. Yo por lo menos lo acepto. Pero ella aún así me quiere (yo pienso). Me promete que en dos semanas la tendré vida ante mi.  Pues verás, dos semanas de profundo nerviosismo. Esos nervios inmundos me perseguían en todos rumbos, en todas partes. Las dos semanas me preparé físicamente llendo al gimnasio para tener mejor figura, leí un sin fin de ensayos eróticos, la pornografía reemplazo los materiales didácticos, y las conferencias de los profes se convirtieron en ejercicios con mi mano en el baño. Tenía…            un…            problema. Yo me ficho de ser un galán que había tenido varias experiencias sexuales pero en realidad (no les digas a las güeras) aún no he tenido mi primera COMPLETA experiencia sexual.

Tiempo: El afternoon

Les cuento, me desperté con la imaginación picada al objetivo: tener a esa cafecita de frente de mi desnuda pero esa pintura no me la puedo sacar de la mente ni en pleno almuerzo. Últimamente las ganas por gozarme a una mujer han estado necias corriendo a mis alrededores, en shortcitos sexies. Me dio hambre y se me antojo una orden del mordisco en mi oreja… que me hinche, deseo que ella me chupe mi cuello hasta dejarme la huella morada atravesada. Quiero mi saliva escurriendo en su pecho; siempre me imagino ese último empujón hacia la cintura soltando toda la éxtasis del rechillo de mi alma impura como algo mágico y surreal. [Les digo amigos, es por primera vez que me he soltado libremente sin protección con una linda muchacha, esa del otro estado, la que me visita en Los Ángeles para hacerme suyo, y yo para aprovecharlo todo.]

Las horas no son mis amigas y me tienen esperando una eternidad. La espero ansiosamente, más o menos al medio-día, o poquito después, en lo alto de la montaña huésped de bellezas de todo el mundo de mi escuela. Al invertir en mis deseos por estas dos semanas, me di el lujo de imaginarme acostado con algunas de las cabello amarillo, piernas blanca-transparentes, uñas rosas que caminan simpáticamente a lado de mi mesa. La torta (una pésima torta) que sostengo en mi boca se convierte en el muslo, en la ingle, de la que acaba de pasar en mi lado diestro. Me imagino lo frío de su piel al levantar su pierna para lo abierto de mi boca, me imagino lo salado que sabe después de su ejercicio…rechino dentro de mi mente. Lo salado de la carne caí en mi plato. Sus ojos azules brillosos gozan de mi movimiento furioso, mis manos la abren sin inquietud y siento la abertura carnosa darme la bienvenida: “Welcome home baby” me dicen con toda la fiereza-(güera)rosita depilada-pura posible. El aguacate se escapa de una esquina de mi torta de carnitas. Que mala torta.

Tiempo: La tarde

“Andale, dejame el cuarto, lo necesito por unos dos días.”, le ruego a mi camarada con quien comparto el cuarto que he mantenido super limpio en lo que va del año escolar.

“¿Y a mi que?, llevatela a un hotel, ¡no seas codo!”, me dice que no sea codo y que la lleve a un hotel el muy imbécil que ha tenido novia por tres meses y ya la tiene reservada al matrimonio. A él le gustan las mujeres asiáticas pequeñas. La muchacha, muy americanizada está contenta con lo que le puede ofrecer su galán Latino. Él se llama Gael pero yo le digo“nalgas” porque se afeita todos los días y le queda la cara con un brillo extenso y con unos cachetones gigantescos que hasta calan en la luz. (Es broma Gael)  Pero es verdad que esta cachetón y que tiene un profundo brillo el idiota. Se ha de aplicar mucha crema nivea después de bañarse, o el producto del aftershave ha de ser barato.

“Sabes que se ma va hacer con ella, no seas culero”, lo intento convencer.

“Que venga, y te voy a creer”, (no me cree) “ Y eso que ni me das los thanks ya que te rindo la privacidad de hacer tus cochinadas cada vez que entras como un animal conectado con ella.”, el aborigen tiene razón.

Mi kiko, en cuestión de lealtad como amigo siempre me ha dado las recomendaciones que cualquier ‘uchacho quiere escuchar: ni que no hubieran más. Es obvio que mi compañero nunca se ha enamorado profundamente de una visión perfecta como la que es mi ¿novia? del Skype. Pobre de su novia. Pero el tiempo es oro y mi compatriota me dio la palabra que me dará la noche (solo me costó 35 dolares y unas comidas) ya que éste rey iba cumplir con lo que deseará su reina que en este momento se encuentra en los cielos pensando en mi. Así que con mucho detalles pensé en ella una vez más al bañarme, al acomodar mis calcetines morados, al abrochar mis pantalones negros… ¿la saludó  de beso…de lengua? ¿le agarro la mano, y allá abajito? ¿Y si ya no me encuentra guapo? Tales preguntas como me joden, pero ya que. Ya voy en camino, en el autobús 720 rumbo LAX, miro mi reloj negro con la manchita blanca por el rayón que le di contra la pared y marca las 8: 43 PM. “Vamos bien mechita, tengo tiempo”, reflexiono con las manos temblando en sudor.

Tiempo: La noche

Tengo una presión en el pecho por lo nervios de ver por primera vez en persona a la muchacha de los videochats. No lo puedo creer, es todo como un filme estilo Cuarón, o Iñárritu— increíble. ¡Ella me ha dicho que me quiere! Hace un frío delicioso que acaricia lo rojo de la punta de mi cigarrillo que he jalado con un placer. Ya me calmé. Me fijo en la hora y ya marcan las 10 PM. Ella ya aterrizó con una suavidad en el camino rígido de mi corazón.

Sin parpadear, observó las escaleras electronicas del aeropuerto, analizó cada una de las caras que bajan con destino a su hogar, excepto mi carita que viene por mi. En cámara lenta ella tiene perfectamente colocadas cada una sus facciones. Es perfecta. Es exactamente como la había imaginado, de pies a cabeza tiene lo que las imagenes sexies jamás pudieron ofrecerme: su olor dulce —al abrazar con poca fuerza para que sintiera el amor que tengo por ella. Ella me dice un poco de palabritas que no llegan a mis oídos pero no lo puedo soportar, la tengo que sostener en mis brazos. Después de agarrar su mano durante nuestro infinito ride de regreso al cuarto — morado con la luz de la luna asomándose por la ventana— nos dimos el lujo de darnos unos cuantos besitos mientras yo sostengo su maleta chica en mi mano derecha. I love her for everything, aún no puedo creer que todo esto sea cierto. Se me fue la parada, y terminamos dando una vuelta a Ocean Blvd. en Santa Monica beach.  Vamos de regreso a mi cuarto. Ya con la parada concreta.

“Mamasita”

“Chula”

“Baby”

“Chiquita”

Estas son unas de las pocas palabras forzadas que me da su cintura bailando al encontrar la mía mientras hacemos de nuestro placer un juguete. Lo primero que yo noté es que ella tiene mucha experiencia en este tipo de placeres nocturnos en comparación de mi virginidad. Pero para mi ella aún es perfecta porque es la primera vez para mi engordado penecíl. Ella me dio la dirección en todo sentido de la palabra, como un director de avioneta, ella me dio las señas de luz para estacionar este picudo objeto adentro de su pequeña estación. Chillidos rugen, la sal de su cuerpo poco a poco ejerce hasta llegar a mi lengua dulce. El contraste es perfecto. Es inevitable mi amor que ella ha levantado en mi pecho. Tengo que ignorar todas aquellas estúpidas peleas que tuvimos por su historial. Ahora es mi turno de gozar de su amor.

“Te amo mechita”, me dice. “Te amo mi amor”, le contesto.

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